Día 33: con cojones por la vida

Pinacoteca de Brera, Milano.

Estuve un buen rato frente a la escultura. Por detrás, oía risas de otros turistas al observar la pose. Mis ojos iban de la pétrea huevera a la cara, intentando desvelar el mensaje de tan cincelado personaje. No parecía tener un frío de cojones, no tenía los cojones encima de la mesa y no estaba tocándose los cojones; no tenía los cojones cuadrados, morados ni pelados. No mostraba actitud de acojonado o descojonado . Descarté también el enfado de ‘me tenéis hasta los cojones’.

La expresión relajada es más propia de la indiferencia, de un ‘me importa tres cojones’, o, ‘me vais a tocar los huevos’.
Diga lo que diga ahí está, perpetuo, por encima de todo y de todos, reposado, sin esconder nada, desafiante, ajeno a las risas que le resbalan por el mármol.


¡Interesante actitud!

Deja un comentario